ADRIÁN SANTELLO

La ola

Género: Drama 2 de Abril, 2019

Breve análisis del film de Dennis Gansel (2008)

Ante todo, quisiera expresar mi mirada en relación a la figura de líder. La novedosa propuesta del profesor, a la vez lúdica y estratégica, parte de una necesidad de automotivación al tener que dictar los contenidos de una materia que él no hubiera elegido. Entiendo que en este caso la aceptación del alumnado, resistencias iniciales de algunos incluidas, tiene que ver con el ida y vuelta, a modo de feedback, que debe darse entre la figura de autoridad y los demás integrantes del grupo. El posicionamiento del profesor como líder, resultado de la votación democrática de los alumnos, no habría sido posible de no existir, simultáneamente a las demandas y características de aquél, necesidades a nivel grupo que dejaron entreverse a través del desgano, la insatisfacción (mencionada por los mismos alumnos como base de un sistema autocrático) y la falta de cohesión positiva observada en distintas actividades, tales como un partido de water polo, una obra de teatro, entre otras. Si bien hubo nefastas consecuencias, el proyecto resultó ser un desafío interesante. Para el profesor, por una parte, de perfil más bien rebelde, seducido por los contenidos del dictado de “la anarquía” en clara oposición a “la autocracia”, con un pasado cuestionador, amante de la velocidad, de la música de protesta presente en la escena inicial en el auto y en sus remeras de “The Ramones” y “The Clash”, etc. Para los alumnos, por la otra, adormecidos en la comodidad que conlleva la falta de planteos y de autocrítica.

La ola generó, en y entre los integrantes, un sentimiento de igualdad y de pertenencia. Aportó un ideal por el cual luchar, pero a la vez se llegó a un extremo peligroso tamizado por el fanatismo, la escasa tolerancia a la frustración, la agresividad y la violencia: un asesinato y un suicidio casi simultáneos, el deterioro de ciertos vínculos, etc. Al final, el líder intentó explicar los nocivos resultados del experimento, fiel reflejo de lo ocurrido en la dictadura fascista. Dicho esto, decidió terminar con La ola, este juego experimental y representativo, con el afán de haber contribuido a la concientización de los alumnos. Algunos cuestionaron esto, otros retomaron sus propios conflictos personales que habían quedado temporalmente solapados por la uniformidad del grupo.

"La ola generó, en y entre los integrantes, un sentimiento de igualdad y de pertenencia".

El uso que el film hace de la temporalidad, esto es, contar lo que se va suscitando día a día, tiene que ver, por un lado, con la idea de proceso grupal (que además es creciente: cada vez con más adeptos, cada nuevo día con mayor fanatismo). Por otra parte, está emparentado con la intensidad y la profundidad de la temática. Relacionando todo esto con lo que acontece en este mundo globalizado, el film resulta intenso e inteligente, sobre todo y más allá de cuestiones técnicas y de lucimientos actorales, por la mirada aguda con respecto a un tema tan fuerte y aún hoy tan actual, que no deja de movilizar y de despertar sentimientos, emociones y reacciones.

Imágen tomada de un cuadro estático de la película

Esta película me llevó a reflexionar, en lo personal y también a nivel general, acerca de las falsas creencias, muchas veces tomadas a partir de un contexto familiar, educativo o social, como una muestra más de la necesidad de pertenencia, de conservar una estructura de seguridad. Creencias que de este modo se alejan de cualquier posibilidad de ser tramitadas profundamente y, por lo tanto, quedan expuestas a su propia fragilidad. El pertenecer está atravesado por lo grupal, pero ¿a qué costo? Los personajes de los alumnos de la película no han vivido la etapa que condenan, con suerte la han estudiado en el colegio. No se hacen ninguna pregunta al respecto, no reflexionan. Les fue bajada la información ya cerrada a través de los padres, maestros, periodistas, políticos, etc. En definitiva, considero que no basta con tener memoria, sino que es además importante hacer algo con ella, como ser un “insight” que nos permita dar cuenta de una determinada postura ante acontecimientos del pasado, una visión aleccionadora que nos impida caer en la trampa de la repetición. Sin ir más lejos, muchas veces he escuchado con asombro aquí en Argentina frases como “…estas cosas no ocurrían en la época de la dictadura”, cuando “estas cosas” aludidas tienen un tinte negativo y por ende podría inferirse que dicha etapa de la historia de nuestro país fue positiva. Pero mi asombro no se debe a que alguien piense de esta forma sino a que, al mismo tiempo y con suma incoherencia, apoye la vida en democracia. Allí justamente radica el peligro que el director de “La ola” plantea.

"Considero que no basta con tener memoria, sino que es además importante adoptar una determinada postura ante acontecimientos del pasado".

No creo que con estas líneas haya agotado mis pensamientos respecto de estos temas. Es más, dejo abierta una pregunta esperando que pronto pueda responderse: ¿Cuándo lograrán las sociedades alcanzar un proceso de maduración que conlleve un verdadero compromiso a la hora de hilvanar pasado, presente y futuro en una línea coherente?

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